jueves, 13 de diciembre de 2012

Cómo era yo, antes de Violeta.

Violeta... ¿Qué demonios le pasará a Violeta por el seso ahora mismo? ¿Estará trabajando? ¿Estará Whatsappeando con otro chico? ¿Pensará en mi de vez en cuando? ¿Me odiará? ¿O simplemente le soy indiferente (que por supuesto, es mucho peor a que me odie)?
Bueno, pues como iba contando en la presentación, además de llamarme Matias, Mati para los amigos, y tener 33 años, os voy a contar alguna cosa más. Estoy casado y tengo una niña de 3 años. Catalina es mi mujer, o eso dicen un papel que firmamos hace tiempo. Mi niña, mi hija, mi tesoro, mi vida, y lo más bonito que he contemplado jamás se llama Julia, y no levanta ni un palmo del suelo.
Trabajo en una tienda de ultramarinos, de esos que no vienen ya de ultramar, sino de alguna fábrica cercana ya que es rollo delicantessenn regionales. No es muy grande, unos 40 metros cuadrados, más un pequeño almacén que da mucho de sí. El dueño, realmente es el señor Jesús. Yo le estoy muy agradecido, porque me deja hacer y deshacer a mi antojo, y sólo me regaña cuando me salgo mucho del camino, como si fuera una oveja y el mi pastor, cosa que le agradezco profundamente, porque si no, sería un perdido quizá. Soy el encargado de dicha tienda. El encargado, el de seguridad, el reponedor, el contable, el chico de la limpieza, etc, porque estoy solo aquí. Mis clientes son de lo más peculiares, y por aquí se pasa mucha gente, amigos, conocidos y desconocidos. Los que en realidad se dejan la "pasta gansa" son los desconocidos, que suelen ser extranjeros, o al menos de fuera de Galicia. Como ahora mismo, que acaba de marcharse un señor de Barcelona con un quesó exquisito en su bolsa.
Mi vida era una vida normal, con mi trabajo, mis amigos, mi familia, Catalina, y Julia. Para el resto del mundo, Catalina y Matias eran la perfecta pareja, simpaticos, buena gente, y que se querian un montón. Y quizá durante años fuera así. Luego vino Julia y lo colmó todo de alegria. Pero la relación poco a poco se iba desgastando, más, y más... y para rematar la faena, apareció. Violeta. Violeta Ortiz.

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